martes, 21 de octubre de 2014

Veintena Teotleco

A los quince días de este mes los mozos y muchachos enramaban todos los altares y oratorios de los dioses, así los que estaban dentro de las casas como por los caminos y encrucijadas, y por esta diligencia que hacían dábanlos maíz.
Algunos daban un chiquihuitl lleno de maíz, y a otros dos o tres mazorcas.
A los diez y ocho días llegaba el dios que siempre es mancebo, que le llamaban Tlamatzíncatl, este es Titlacáuan. Decían que por ser mancebo y recio caminaba mejor y llegaba primero; luego ofrecían comida en su cu, y aquella noche comían y bebían y regocijábanse todos, especialmente los viejos y viejas que bebían vino por la llegada del dios y decían que le lavaban los pies con este regocijo.
El postrero día de este mes era la gran fiesta porque dicen que todos los dioses llegaban entonces; la vigilia de este día, a la noche, hacían encima de un petate de harina de maíz un montoncillo muy tupido, de la forma de un queso. En este montoncillo imprimían los dioses la pisada de un pie en señal que habían llegado; toda la noche el principal sátrapa velaba, e iba y venía muchas veces a mirar cuándo vería la pisada.
En viendo el sátrapa la señal de la pisada luego daba voces, diciendo: Llegado ha nuestro señor; luego comenzaban los ministros del cu a tañer cornetas y caracoles, y trompetas y otros instrumentos de los que ellos entonces usaban. Luego que se oían los instrumentos acudía toda la gente a ofrecer comida en todos los cués y oratorios; y otra vez se regocijaban lavando los pies de sus dioses, como arriba está dicho.
El día siguiente decían que llegaban los dioses viejos, a la postre de todos, porque andaban  menos por ser viejos. Este día tenían muchos cautivos para quemar vivos; y hecho gran montón de brasa, andaban bailando alrededor del fuego ciertos mancebos, disfrazados como monstruos, y así bailando iban arrojando en el fuego estos tristes cautivos, de la manera que arriba está dicho. Otras muchas ceremonias se hacían, según se dirá adelante, en esta fiesta.

Garibay K., A. M. (1969). Capitulo XII. En HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE NUEVA ESPAÑA escrita por FR. BERNARDINO DE SAHAGUN. TOMO I (2da edición). México, D.F.: Porrúa, p. 123-124


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