A los quince días de este mes los
mozos y muchachos enramaban todos los altares y oratorios de los dioses, así
los que estaban dentro de las casas como por los caminos y encrucijadas, y por
esta diligencia que hacían dábanlos maíz.
Algunos daban un chiquihuitl lleno de maíz, y a otros dos
o tres mazorcas.
A los diez y ocho días llegaba el
dios que siempre es mancebo, que le llamaban Tlamatzíncatl, este es Titlacáuan.
Decían que por ser mancebo y recio caminaba mejor y llegaba primero; luego
ofrecían comida en su cu, y aquella
noche comían y bebían y regocijábanse todos, especialmente los viejos y viejas
que bebían vino por la llegada del dios y decían que le lavaban los pies con
este regocijo.
El postrero día de este mes era
la gran fiesta porque dicen que todos los dioses llegaban entonces; la vigilia
de este día, a la noche, hacían encima de un petate de harina de maíz un
montoncillo muy tupido, de la forma de un queso. En este montoncillo imprimían
los dioses la pisada de un pie en señal que habían llegado; toda la noche el
principal sátrapa velaba, e iba y venía muchas veces a mirar cuándo vería la
pisada.
En viendo el sátrapa la señal de
la pisada luego daba voces, diciendo: Llegado ha nuestro señor; luego comenzaban
los ministros del cu a tañer cornetas
y caracoles, y trompetas y otros instrumentos de los que ellos entonces usaban.
Luego que se oían los instrumentos acudía toda la gente a ofrecer comida en
todos los cués y oratorios; y otra
vez se regocijaban lavando los pies de sus dioses, como arriba está dicho.
El día siguiente decían que
llegaban los dioses viejos, a la postre de todos, porque andaban menos por ser viejos. Este día tenían muchos
cautivos para quemar vivos; y hecho gran montón de brasa, andaban bailando
alrededor del fuego ciertos mancebos, disfrazados como monstruos, y así
bailando iban arrojando en el fuego estos tristes cautivos, de la manera que
arriba está dicho. Otras muchas ceremonias se hacían, según se dirá adelante,
en esta fiesta.
Garibay K., A. M. (1969). Capitulo XII. En HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS
DE NUEVA ESPAÑA escrita por FR. BERNARDINO DE SAHAGUN. TOMO I (2da edición).
México, D.F.: Porrúa, p. 123-124
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