2.- En ese tiempo los sátrapas de
los Tlaloque andaban muy devotos y
muy penitentes, rogando a sus dioses por el agua y esperando la lluvia;
comenzando a tronar y a hacer señales de lluvia, luego esos sátrapas tomaban
sus incensarios, que eran como unas cucharas grandes agujeradas, llenas de
brasas, y los astiles largos delgados y rollizos y huecos, y tenían unas
sonajas dentro y el remate que era una cabeza de culebra, en estos incensarios
sobre las brasas echaban su incienso, que llaman yiauhtli, y comenzaban luego a hacer ruido con las sonajas que
estaban en el astil, moviéndole acá y allá, y comenzaban luego a incensar todas
las estatuas de los cúes, y de los tlaxilacales; con estos servicios
demandaban y esperaban la lluvia.
3.- La otra gente, por amor del
agua, hacían votos de hacer las imágenes de los montes. Cinco días antes de
llegar a esta fiesta compraban papel y ulli,
y nequen y navajas, y con mucha
devoción aparejábanse con ayunos y penitencia para hacer las imágenes de los
montes y para cubrirlas con papel.
Garibay K., A. M. (1969). Capitulo XXXIV. En HISTORIA GENERAL DE LAS
COSAS DE NUEVA ESPAÑA escrita por FR. BERNARDINO DE SAHAGÚN. TOMO I (2da
edición). México, D.F.: Porrúa, p. 214
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